Las estafas y timos más comunes en España

Los fraudes que se producen en el entorno digital son los más habituales en el siglo XXI. Aunque lo clásico no pasa de moda, pues aún existe la posibilidad de ser timado en plena calle, tanto con estafas antiguas como novedosas.

Las estafas callejeras han existido desde tiempos inmemoriales, aunque se han adaptado con el tiempo a los cambios que ha sufrido la sociedad.

El falso inspector de gas

Los estafadores acuden a la casa de su víctima con falsos pretextos: para realizar el mantenimiento de la instalación de gas, o de cualquier otro servicio. Incluso pueden utilizar uniformes de trabajo de la compañía de energía o de agua.

Cuando consiguen entrar, los estafadores fingen realizar la reparación y es entonces que emiten facturas exageradas que la víctima tiene que pagar en el acto.

Estafa piramidal o esquema “Ponzi”

Estas estafas utilizando productos que se comercializan a través de una red de vendedores. Para formar parte del “negocio” hay que pagar una cuota y comprar una cantidad mínima de productos para empezar a trabajar.

Cada vez que un nuevo miembro o vendedor se une debe pagar la cuota correspondiente. Si un vendedor convence a otros de entrar al esquema, recibe un bono, que se puede deducir de la cuota que paga el nuevo miembro.

En la mayoría de los casos el producto que se vende no tiene importancia, porque las “ganancias” se obtienen de convencer a más personas de entrar. En la mayoría de los casos, los esquemas piramidales terminan colapsando en pocos meses y los que se encuentran en el tope de la pirámide desaparecen.

El timo de los sellos

El estafador, fingiendo tener alguna discapacidad intelectual o física (usualmente ceguera), se acerca a la víctima y le muestra una bolsa que parece estar llena de billetes, explicándole que ha encontrado esa bolsa llena de sellos o pegatinas.

Aparece entonces otro transeúnte (cómplice del primero), que ofrece al estafador una determinada cantidad de dinero por la bolsa. Sin embargo, a último momento dice no tener dinero e invita a la víctima a comprar la bolsa.

Una vez que la víctima ha realizado la «compra» y ha entregado el dinero por la bolsa, los dos estafadores desaparecen. Cuando la víctima abre la bolsa, descubre que no hay billetes dentro, sino recortes de papel.

El tocomocho

El estafador (que se hace pasar por discapacitado intelectual) pregunta a la víctima dónde está la administración de lotería más cercana, para reclamar un billete premiado. En ese momento, aparece un cómplice, que casualmente lleva la lista oficial de la lotería y certifica que el billete es realmente el ganador (aunque no lo sea).

El estafador propone a la víctima y al cómplice venderles el billete por un monto menor que el premio, argumentando cualquier razón. La víctima retira una gran cantidad de su cuenta y paga el billete, que obviamente es falso.

Timo del nazareno

Esta forma tradicional de fraude y robo suele dirigirse a proveedores. El estafador se gana la confianza de la víctima haciendo pequeños pedidos que se pagan inmediatamente. A veces incluso llegan a alquilar un local comercial, para aparentar legitimidad.

Pero una vez establecida la confianza, el estafador hace un gran pedido, pagado con pagarés (que el proveedor acepta, debido a la confianza previa). Cuando recibe la mercancía, huye con ella y desaparece sin pagar.